Uno de los momentos más entrañables, dentro de las rutinas diarias, es el paseo, en el que nuestro bebe comienza a descubrir el mundo que le rodea. La cercanía de mamá o papá y el ritmo de la caminata le acerca a lo desconocido seguro y relajado.
El paseo es una oportunidad para estimular y potenciar la lactancia materna, a través del apego y el vínculo materno (también paterno) siempre y cuando se utilice un fular para transportar al bebé muy pegado al cuerpo de mamá o de papá.
Uno de los motivos por el que los bebés lloran menos cuando son porteados en un fular es porque ese balanceo que sienten con el movimiento de sus papás les recuerda al que tenían dentro del útero materno.
Esta cercanía tiene beneficios para el bebé, pero también para nosotros. Por un lado, el bebé se sentirá seguro y protegido, esa sensación le ayudará a crecer seguro de sí mismo y a disfrutar del paseo. Muchos bebés se duermen con la ayuda del balanceo.
A partir de los 3 meses empiezan a percibir el mundo, más allá de mamá o papá, cosa que le estimulará su creatividad y su interés por su entorno. El paseo favorece el desarrollo de sus sentidos tanto los auditivos como los visuales.
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